Poco a poco, ellas se encuentran. Las mujeres valientes, han vuelto a mirarse a los ojos...o será quizás un reflejo profundo de los cambios de mi propia mirada más consciente.
Se animan a escucharse unas a otras, desde el corazón, sin juzgarse; se arriesgan a abrirse. Se atreven a transitar por el laberinto sinuoso que emerge del abismo de nuestro mundo interno, ese que sólo se reconoce si se mira a través del alma.
Se tropiezan, se asustan, recuerdan, lloran y se dan la mano unas a otras, se sostienen, se levantan. De repente ese abismo se vuelve amigable. De repente, el sonido de las risas rompe el cruento cristal del llanto, desarma los nudos y acaricia al dolor con la ternura y la inocencia de un niño. El aire se perfuma con incienso y la cálida luz del fuego enciende el misterio de nuevo, el latido del tambor nos despierta y se develan las verdades que el alma ansía oír para alinear su camino al propósito del cielo.
Se reconocen entonces con la dualidad de la serpiente, son el veneno y el antídoto; son sanadoras pero sólo gracias a sus heridas. Aprenden a honrar y a agradecer su dolor.
Se llenan de luz y de sombra.
En ese milagroso instante de sabiduría y poder, sólo queda espacio para el surgimiento del verdadero amor. Es desde ese profundo estado amoroso, en la calidez del útero que nos hermana a todos, que nos reconocemos como hijas de la tierra y del cielo; poseedoras de magia y alquimistas de nuestro propio destino.
Luna Gwyllt
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Donde las mujeres lobas forman manada, un cálido fuego empieza a arder. Primero en sus corazones y luego palpita en el centro de su círculo.
Este fuego se alimenta de sus palabras, de sus lágrimas, de sus risas y de su amor. En este fuego se alquimizan sus emociones.
Cada una de ellas está custodiada por una manta que tejen sus ancestras, cada loba siempre trae consigo su linaje.
Cuando la luna llena llega a su cenit, las lobas aúllan al unísono. No es un lamento...es un llamado; cargado de dolor, de verdad y de esperanza. Aúllan para que las lobas cautivas las oigan, para que sepan que no están solas y que la libertad empieza en el alma. Aúllan para convocarlas al fuego donde la manada se reúne. Se atraen unas a otras, se olfatean las heridas y aún sin compartir sangre, sin palabras que expliquen su magnetismo, comienzan a hermanarse y reconocerse como iguales.
Donde las mujeres lobas forman manada, la tierra reverdece, las plantas ofrecen su medicina y las aguas limpian sus emociones. Allí donde el viento canta, donde danzan las hojas arremolinadas, donde el silencio huele a respeto, misterio y poder...encontrarás su guarida.
Luna - Romina Careri-
Encuentro de Luna llena en Virgo 12/03/2017
San Carlos de Bariloche, Argentina
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