Recuerdo aquella mañana la visión de esa brujita ensimismada, con su sombrero de tela con tacto de papel color borgoña, su vestidito marsala de felpa con bolsillos pespunteados y unos calcetines de algodón a rayas blancas y granates, comiendo sola en una mañana de sol unos burritos calientes con miel _no mordía, tampoco roía; rompía siempre pedacitos con las manos, que luego se llevaba a la boca para masticar_... Ciertamente, tenía la mirada perdida, pero la verdad es que, como cada vez, se hallaba bien entretenida entre pesquisas y averiguaciones en su propio mundo interior... un lugar liminal y mágico a que sólo tiene acceso cada cual.
Y allí y así, es como resolvió que lo más natural para ella, si algún día tuviese una tienda, sería una papelería-librería: material de escritura, manualidades, hojas, papeles, cuadernos, blocs, libretas, lápices, grafitos, bolígrafos, colores, seda, celofán, pinocho, cartulina, celo, chinchetas, clips, gomas, carpetas, estuches, cajas, más cajas, lazos, bolsas, grapadoras, perforadoras, tijeras, libros, diccionarios, reglas, archivadores, portalápices, espirales, encuadernaciones, agendas, calendarios, detalles, mapas, postales, tarot, ilustraciones, marcos, embalajes, papel de regalo, prensa, alguna colección de música, de costura... Todo lo que a ella siempre le había gustado de verdad, las cosas entre las que siempre le ha encantado andar y entre las que se da cuenta que siempre le hace feliz volver. Y a su papelería la llamaría Atenea. En honor a Palas Atenea. Minerva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario