Me doy cuenta cuántas cosas han cambiado dentro de mí en los últimos tiempos... sobre todo en los últimos meses... al ir a comprar un simple pantalón de pijama, una camiseta, un par de calcetines, un gorro para el frío, ¡una chaqueta!, unos zapatos... Me doy cuenta que ya no puedo fijarme en las mismas cosas que antes, porque ya no puedo verlas de la misma manera como cuando las miraba...
Y me doy cuenta de que falta mucha información si quieres que, como consumidor, tu compra se convierta en un acto, un manifesto, un gesto consciente y responsable.
Y también me doy cuenta de que otra vez
al irme estoy deseando llegar
al coche para ver a Gus, ¡y sentir su tacto real y precioso!; y de que en verdad no me lo he pasado bien, porque entonces a los niños se nos hace corto el tiempo, ¡y no queremos volvernos para la casa!
¿Dónde están el algodón, el hilo, la lana, la franela. el lino, la seda, el percal...?
¿Dónde la flor perfumada, el ciervo, el caballo, el águila majestuosa...?
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